Hay una historia qué contar.
Hay mil y un historias dentro de la Historia para contar…o para no contar, pero que conformaron vida y personalidad.
Hay muchas historias vividas y dichas, a veces, desvirtuadas de tanto que se han repetido en otras historias que no han sucedido, pero que se conocen y se presienten.

Pero también hay una historia por vivir.

Una Historia de cuya narración, nace la esperanza de que no haya sido contada nunca antes.

¿Será posible?

martes, mayo 16, 2006

Y aquí estoy. Sola. Cuidando borracheras, esclareciendo puntos que no tendría que aclarar, preocupándome por novias celosas, mujeres desalmadas, cuentos inacabamos y crudas ajenas. Aquí estoy. Sola y mi computadora. Radiohead de fondo...y en el fondo, no hay radiohead, no hay canción para cantarse con estos loops tristísimos, cortados de canciones que hablaban de dolor, de traición, de vacíos que se llenan con el hurto.

Y por eso, cada vez estoy mas sola y mas vacía. Porque es difícil volver a conformar lo robado, desde la incertidumbre del nunca-o desde la incertidumbre del amor.

Ya no suena radiohead. Ya no suena la campana del corazón que identificaba a la esperanza. Ya no suena mas que una sola frase adentro: ¿cuándo?

domingo, mayo 14, 2006

Te pedí que te retiraras. Esa noche querías hacerme el amor pero mi pudor me lo impedía. Yo en serio te amaba, y no quería sentirme como una cualquiera contigo. No quería manchar las sábanas de sangre, no quería que ninguna mácula hormonal nos hiciera sentir sucios. Tú no comprendiste el porqué de mi rechazo, me sabías excitada y te parecía contradictorio que no quisiera que me tocases.
Estuviste un rato abrazando mi espalda hasta que te cansaste de elucubrar e imagino que al no encontrar ninguna respuesta satisfactoria, te levantaste al baño. Yo imaginaba cómo te masturbabas detrás de la puerta. Imaginaba como me reprochabas el desinterés y representabas una venganza pensando en el cuerpo desnudo de otra, de cualquier otra.
Regresaste a la cama. Te recostaste dándome la espalda. Y yo, comencé a llorar.
- ¿Qué tienes?
- Tengo que estás enojado conmigo porque no sabes hacer cuentas...
Te quedaste callado un momento. Te diste la vuelta. Me abrazaste y gentilmente hiciste girar mi cuerpo para verte de frente. Me besaste. Larga y tiernamente. Me besaste con un beso nuevo pero anunciado por tu ternura, por lo tanto, conocido.
- Ya me enfadé de seguirte la corriente con tus ideas puristas - dijiste- Y mientras te reías me llenabas la boca de tu sabor. Y comenzó el juego del dulce sometimiento. Las idas y venidas de la ternura violenta. Hasta que paraste el juego.
Viéndome a los ojos. Me suplicaste con la mirada que te dejara continuar. Mi resistencia cedió. Me quitaste la pijama y luego, la ropa interior, con los riesgos que eso implicaba.
- No quiero manchar las sábanas. Son las nuevas y luego la mancha no se les quita.
- Shhh- Y volviste a besarme.
Te sentaste en la cama, apoyado en la cabecera. Y me sentaste, completamente desnuda, sobre tu pierna izquierda mientras con tu mano derecha, me acariciabas entre las piernas...esperaste, esperaste, esperaste hasta que exploté. Luego, observaste la mancha de sangre que estaba sobre tu muslo izquierdo:
- Es lo mas hermoso que hemos hecho querida. Me has dejado conocer todas tus regiones y fluidos. Son hermosos. Son lúbricos. Son tú.
Esa noche no dormí. Esa noche soñé despierta contigo.

martes, mayo 02, 2006

 
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