Nada es mas decepcionante que la inmadurez.

Y volteo al espejo, y recuerdo mi juventud rodeada de estrépito, trabajo y esperanza.

Se puede reconocer casi de manera inmediata la inteligencia, y al reconocerla, construir una fotografía de lo que la persona podrá ofrecer o ser cuando te acompañe. Sin embargo, regularmente esta fotografía está sobrada de manera inmediata.

Hace muchísimos años, cuando era estudiante de letras, una profesora (tres veces divorciada) preparó una cátedra en la que el objetivo era que sus estudiantes comprendiéramos que el fracaso de las relaciones humanas tenía su fundamento en la esperanza absurda con respecto a alguna persona en particular. Aun recuerdo sus palabras:
- Siempre esperé que mis maridos hicieran cosas por mí que nunca hicieron. Esperaba que reaccionaran justamente como yo quería que lo hicieran al cotidiano. Pero nunca lo hicieron. Luego del tercer divorcio, entendí que nunca hay que esperar nada de nadie y que lo que se hace, se tiene que hacer sin esperar nada a cambio.

Esa clase, fue la única que valió la pena de ella. Juré no olvidarla jamás

Pero la olvidé. O mas bien, nunca la practiqué. Y ahora, con mis sesenta años, sigo teniendo pequeñas puestas en escena, sumamente dramáticas, porque las personas no reaccionan tal como yo espero, en el cotidiano.

Pero es que…si eres tan inteligente ¿porqué no puedes manejar tus emociones? Está bien, soy mas grande que tú, pero sólo por tres años, y eso no significa nada a nuestra edad. Hace treinta años, tuve que haberte dicho: “no seas mamón y goza lo que te ofrezco”. Hoy te digo: “¿acaso tu inmadurez tiene que ver con el mantenerte joven de pensamiento?”

No importa. Lavinia, la profesora, tenía razón. No esperaré nada de ti. Nunca mas.

En el espejo: mis sesenta años. Bajo mis sábanas: tus cincuenta y siete con tu inmadurez innecesaria…y tu disfunción eréctil que ni tu inmadurezinnecesariaquetemantienejoven podrá solucionar. Mejor, compra viagra y olvido lo demás.

domingo, mayo 31, 2009

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