Decidí comprarme un aliento morado. Sí, un color que saliera por mi boca cada vez que hablara. Tomé la decisión el día en que me enfadé de que me juzgaran por como me veía: yo quería decirles cuán en contra estaba de la represión, de la igualdad impuesta, de la sumisión no-pensada, de los clichés no-autónomos...y entonces, me compré un aliento morado. De manera que cada vez que soplaba, fumaba, amaba, reía un hilito morado salía de mi boca para ir a parar a algún lugar de la atmósfera.
El morado se fue convirtiendo poco a poco, en un color comercial de alientos, sin embargo, era atractivo para otras personas que se me acercaban:
- ¡Qué raro! -decían - no es común ver a una mujer como tú, con un aliento como ese.
Y se quedaban a observarlo durante algún tiempo.
Esa fascinación, en algunas ocasiones se convertía en amor morado. Este es un amor que se va fácilmente, se diluye entre el rojo y el azul, entre el viento del invierno. Puede convertirse rápidamente en furia, en melancolía, en tristeza. Y la fascinación que ejercía al principio, siempre terminaba por convertirse en algo mas producto de la repulsión por los alientos morados. Y lo que al principio había sido tan atractivo, terminaba por convertirse en un lastre. Pero ¿quién dijo que tener aliento morado era bonito? Yo no lo hice por estética.
- ¿Sabes? El aliento morado es propio para la juventud - me dijiste alguna vez.
- Este aliento, no tiene nada que ver con mi edad, sino con mi postura frente a la vida.
- Pero yo quisiera verte con tu propio aliento.
- Es mio. Yo lo elegí. - Y me entregué a tus ojos profundos, esperando descubrir que en ti no había enamoramiento morado que pudiera convertirse en repulsión, ya pasado el tiempo.

miércoles, julio 12, 2006

0 Comments:

 
Desde la trinchera, desde mi sonido... - Wordpress Themes is proudly powered by WordPress and themed by Mukkamu Templates Novo Blogger